Anécdotas


De cómo pasar un mal rato a vivir una fiesta alocada


Una aventura,… a eso me refiero cuando recuerdo este día, pues nos ocurrió de todo, risas, prisas, casi desmayos…pero empezaré por el comienzo de esta tarde que dio para mucho.
Teníamos una actuación de cinco personas en la salida de una boda en la calle Blasco de Garay, llegamos bien, nos tuvimos que cambiar algunos en la calle principal, a las cinco menos algo de la tarde de un Sábado, que por suerte no pasaba casi nadie, yo y Jorge nos metimos en un portal muy apañao y nos cambiamos muy a gusto ya que personalmente no me gusta ir presumiendo de pectorales y abdominales en plena calle, no vaya a ser que se me eche encima alguna moza desenfadada, es lo más natural del mundo.
En fin que allí estábamos a las cinco en la puerta de la Iglesia, unos familiares de los novios nos dijeron cuando empezar a tocar, y así fue, empezamos con el “Pasodoble O Pico”  gusto y seguimos tocando nuestro repertorio, pero esto es Monicreque…
De la nada salió un Búlgaro con barbas pobladas y sucias, maloliente y con una especie de pandero que nos jodió la boda, para colmo se puso a mi lado y primero casi me da algo del pestazo a vinaco que me entro hasta los adentros de mi ser, y eso que solo me dijo el tío que era Búlgaro. El caso que el personaje se puso a tocar el pandero ese como loco, sin ritmo y claro Gloria y Anxo intentaban tocar mas fuerte pero al individuo le daba igual, la cosa se complico para mi aun mas, se sumo mi enamoramiento de actuación, peazo de morena, con vestido ajustado negro y con escote de espalda hasta bien bajada la espalda que era de lo más sensual, pero claro ese día no podía estar en todo, yo intentaba poner caras raras hacia los invitados para que se dieran cuenta por si acaso de que aquel tipejo no venía con nosotros, el caso es que el tipo volvió a dirigirse a mí, contándome no se qué movidas pero yo no me enteraba de nada su aliento se me quedo esta vez dentro de mí, como una “droja en el colacao” pero incrustada en el cerebro porque ya en toda la tarde noche, no volví a ser el mismo.
Total que para terminar tocamos “Freixido” y salimos de allí casi corriendo.
Pero nuestra aventura no había hecho más que comenzar, teníamos que llevar deprisa y corriendo a Jorge a otra boda con Verito en otra calle de Madrid, y bueno con un poquito de estrés se llego, allí estaba Verito escondida la pobre, esperando a que llegásemos, así que soltamos allí a Jorge que se quedo con Verito para tocar en la boda esta y nosotros cuatro, Gloria, Anxo Sonia y yo, nos dirigimos hacia Talavera, no recuerdo si teníamos que estar allí a las ocho, el caso es que llegaríamos pelaillos de tiempo. Lo único que recuerdo del viaje es algunas comentarios sobre el Búlgaro boicoteador de bodas ajenas, ya que su aliento me dejo paralizado mentalmente como ya dije anteriormente.
Cuando llegamos allí, nos volvimos a preparar, y la verdad que pensé que sería una de esas bodas que tocas en el coctel y nadie te hace ni caso, pero esta vez me equivocaría de buena manera.
Tocamos el mítico ente nosotros Pasodoble do Berbes” a la entrada de los novios en una genial bienvenida todo hay que decirlo. Creo que la madre del novio o la novia eran gallegos y claro parte de la familia, que te vengan unos gaiteros a Talavera, en mitad de Toledo a tocar para una boda, eso tiene que ser genial para ellos, y vaya si lo fue. Tocamos la “Rumba de María Manuela”, y aquello empezó a animarse y animarse más de la cuenta, incluso una chica llego a tocar con la mi gaita, una canción creo que fue la “Muñeira de Chao”, después seguimos con la fiesta, la gente se lo estaba pasando realmente bien, y en ese momento llego mi enamoramiento de actuación, no llegue a saber su nombre, pero yo la llamo la pandereteira de rastas y es que se animaron a cantar una canción en Galego “Quen teña viño”, nosotros tocándola y ellas bailando y cantando, y claro Sonia dijo:
-Tu tienes una pinta de pandereteira que no puedes con ella - así fue, era pandereteira de un grupo de Galicia, semirubita con algunas rastas, una sonrisa que me enamoro, y lo que me llamo la atención con una especie de sandalias para bodas muy cuquis, vamos que era un prototipo de mujer que me llama mucho la atención, en fin, que allí estábamos tocando la “Jota para Nerea”, cuando llamaron por megafonía a los novios por primera vez, pero allí nadie se movía, venga a bailar y a tocar y tocar.
Hasta que sucedió algo, señores esto es Monicreque.
Era el Mauricio Colmenero de Ávila, le divise haciéndonos cosas raras cuando tocábamos la jota, y hacia aspavientos de negativa con la cabeza, yo y mi mente no sabía que quería aquel hombre, hasta que acabamos y se acerco.
-Estáis tocando mal la jota.
-¿Cómo?- dijo Gloria.
-En mi pueblo las jotas no son así.
-De donde es usted –preguntamos (no sé quién)
-De Ávila.
-Ya…bueno es que esto es una jota Gallega…
Alguien de los invitados en ese momento nos dijo que tocáramos el himno antiguo.
-¿Qué vais a tocar ahora? –pregunto el hombre con mirada de saber todo lo que sucede en el mundo.
-El himno. –dijimos.
-Ah que bien, el Himno de España, que bien.
-Esto, no, no es ese, es otro himno.
-¿Cuál, el Gallego? –pregunto inquieto.
-Si
-Ah no, pues entonces me voy.
Y con las mismas cogió y se piró por algún lado indignado y mentando a los demonios, que sacrilegio seria para el hombre escuchar el “Antergo” el tan venerable himno antiguo del reino de Galicia. Pero si, así sucedió no se le vio el pelo por allí en lo que duro la canción, y seguíamos tocando hasta casi agotar el repertorio, una fiesta loca en la que todos bailaban al son de las gaitas como poseídos del estruendo de roncones y punteiros. Hasta que llego el metre, y nos dijo si nos quedaba mucho que tenían que empezar con la cena ya, así que nos hicieron tocar dos más, que no recuerdo cuales fueron porque mi mente solo permitía almacenar un recuerdo que fue la imagen de mi amada de actuación y esa sonrisa. El maldito efecto del aliento Búlgaro aun me impedía ser yo mismo, y así acabo aquel bolo, como los de la provincia, viendo a la gente con una sonrisa a los novios y familiares felicitándonos y dándonos las gracias por esa hora y media de coctel tan emotiva para ellos y para nosotros.
Pero para Monicreque aun quedaba una cosa pendiente, cambiarnos en un parking sin apenas luz y que Gloria no encontrase sus sandalias fue un momento de tensión, la pobre ya casi histérica no las encontraba por ningún lado y entre eso, el teléfono de Anxo que no dejaba de sonar los demás cambiándonos a oscuras y medio buscando con la luz de los móviles las sandalias fue un momento cómico.
Y así acabo el día, en la que un Búlgaro nos estropeo una actuación seria, y donde armamos una buena fiesta en tierras Talaveranas.